Compartir, compartir el tiempo, el espacio, las ideas, las preocupaciones, los sueños y los miedos. Soy Sofí, tengo 24 años y desde hace aproximadamente 4 años que he compartido con niñas, niños y adolescentes migrantes no acompañados, lo cuales no están viajando solos. Ellos saben que mi energía va a su lado y que en los momentos en que sienten miedo, rabia, esperanza, angustia, felicidad, frio, desesperanza o amor ahí estoy yo, compartiendo ese momento con ello.
El espacio donde podíamos coincidir se localizaba en una gran ciudad en el centro occidente de México, dentro de un albergue donde yo era voluntaria, el cual brinda ayuda humanitaria a migrantes en tránsito. A este sitio llegaban adolescentes de 13 a 17 años, ya sea acompañados de otros adolescentes, en grupos donde solo ellos eran los menores de edad, solos o muy rara vez acompañado de algún padre o hermano mayor o menor. Siempre que me enteraba que entre los grupos de migrantes venía viajando un adolescente, me acercaba y trataba de generar un ambiente de confianza, para así posteriormente detectar si se encontraba en una situación de riesgo.
Descubrí que quería dedicarme a trabajar con los adolescentes migrantes cuando conocí al primero, Nelson. Él tenía 17 años, y me lo topé en las vías del tren, le ofrecí galletas de avena que mi mamá había horneado, platicamos unos minutos hasta que el sonido del tren lo alertó y comenzó rápido a alistarse mientras yo deseaba poder ofrecerle algo más que galletas; Nelson se mantuvo a un lado de la vía y esperó, el tren pasó rápido como siempre y se detuvo unos metros adelante de nosotros, él iba a correr pero antes volteó, me sonrió y me dijo adiós, tan casual como cuando haces un amiga en el aeropuerto o en la playa. No tuve tiempo de regresar la sonrisa, él ya iba rumbo al tren, comprendí que más que unas galletas, le pude ofrecer unos momentos de platica y de compañía.
Entre las actividades que realizaba con ellos en el albergue, era impartir talleres acerca de sus derechos, los peligros del camino y los trámites migratorios y de refugio tanto en México como en Estados Unidos; también nos divertíamos con los juegos de mesa que UNICEF había creado especialmente para los niños, niñas y adolescentes migrantes, y además, cuando había tiempo ellos dibujaban en una hoja blanca su mano, la coloreaban y le plasmaban sus sueños, temores, recuerdos y metas, ya que esas manos, algún día también cruzarán fronteras para ser mostradas en todo el mundo, esos dibujos representan la fortaleza y valentía con la que contaba cada uno de los pequeños grandes guerreros que conocí.
Share, share the time, the space, the ideas, the worries, the dreams and the fears. I am Sofi, I have 24 years old and since 4 years ago I´ve shared with children and teenagers migrants, which aren’t traveling alone. They know that my energy goes beside them and in the moments in which they feel hope, fear, rage, distress, hope or love, there I am, sharing that moment with them.
The space where we could coincide was located in a big city in the center-Occident of Mexico, inside a shelter, where I was volunteer, which provides humanitarian aid to migrants in transit. To this place arrived teenagers from 13 to 17 years old, either accompanied by others teenagers, in groups where they were the only underage, alone or very rarely accompanied by one of their parents. Since I finding out that among the group was a teen, I always closed to him and try to generate a peaceful and trust environment, so later detect if he was in a risk situation.
I realize i want to dedicate my life to the teenager’s migrants when I met the first one, Nelson. He was 17 years old; I saw him on the train tracks and offered homemade cookies. We talked some minutes until the train´s noise alerted him and starting fast to be ready; I was wishing to have more than cookies for offer. Nelson stayed beside the train tracks, then the train came ridding so fast as always and stopped some meters after; he was going to run to the train but before he turned to me, smile me and said good bye, as casual as when you make a friend in the airport or the beach. I had not time for smile because he already was on his way to the train. I understood than more than cookies I could offered him a small moments of conversation, of company.
Within the activities i realized with them in the shelter, one was given a workshop about their rights and migratory and asylum processes in Mexico and Unites States, also we had fun with the table games that UNICEF has created for children and youth migrants and when we used to have time, they draw their hand in a white paper, painted it and translated into it their dreams, fears, memories and goals. Those hands someday will cross border for being showing in front the entire world, those drawings represent the strength and courage which each little big warrior has into self.
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