¿Cuántos Cristian hay por ahí?
Este texto va dirigido a todos esos migrantes que salen de sus países con el corazón en la mano, con los bolsillos llenos de esperanza y sueños, enfocados en crear mejor futuro para ellos y sus familias. Siempre había escuchado historias de migrantes, sin embargo, hace un año llegó a mi vida una persona que me iluminó respecto a este tema… nada más y nada menos que el amor de mi vida.
Te contaré un poco acerca de él y su historia, sin embargo no puedo hablar de uno sin mencionar o hacer alusión a los demás. No son una plaga como a veces los ven. No es que ellos quieran quitarte tu trabajo o vivir de ti. Sé que hay muchas personas que así los ven. Al menos en mi casa siempre que alguno de ellos tocaba la puerta, mi mamá les abría, les brindaba de lo que había hecho de comer ese dia, les daba un poco de fruta y agua para el camino y, a veces, si podía les daba algo de dinero. Yo pensé qué siempre era así, que las personas los ayudaban porque al final ellos son personas con necesidades, necesitan lo mismo que tú y yo para sobrevivir. Sin embargo ahora me doy cuenta de que mucha gente los desprecia, les niega oportunidades y los juzga en lugar de ayudarlos.
Por eso ahora más que nunca te quiero contar sobre ellos. Mi novio se llama Cristian, nació un 20 de noviembre en Comayagua, Honduras.
A lo que me cuenta y lo que yo he visto en imágenes, Honduras es hermoso! Yo sé que en ningún país las cosas están fáciles pero de verdad… para ellos el llegar a Estados unidos es como graduarse de la universidad, para ellos el lograrlo significa es ese rayito de esperanza de un mejor futuro para ellos y sus familias, mi novio comenzó el viaje solo pero hay muchas familias que se viajan juntas.
El comenzó sus intentos a los 11 años; Yo me pongo a pensar que hacía yo a los 11 años, recuerdo que estudiaba el 5 grado de primaria, entrenaba basquetbol y atletismo y trabajaba de cerillo en un Oxxo, sin embargo siempre tenía un lugar donde dormir, tenía comida, suéteres y mantas para cubrirme del frío y sobre todo, la compañía de mi familia. Pero el a esa edad ya pasaba hambre, sed, dormía en la calle, expuesto al clima, sin la compañía de alguien, de algún amigo. Sin saber si comería al día siguiente o donde estaría o si alguien le haría daño. Si alguien lo golpearía. secuestraria, mataría o le llamaría a migración y frustraría sus sueños y esperanza.
Sin embargo fue la misma bestia, el tren, quien en el año 2017 le arrebataría una pierna y con ello su confianza y seguridad. Si las cosas habían sido difíciles, ya que siempre algo lo detenía a llegar a su destino, ahora todo parecía más incierto y complicado.
Solo basto un traspié, un segundo para que el sintiera que la vida se había acabado para él. Yo lo conocí un año después trabajando. Lo miraba seguido, y el, a pesar de todo sonreía y le echaba ganas, aun cuando no era fácil para él. Solía cansarse bastante rápido, no podía estar de pie mucho tiempo, y, aunque encontró apoyo y le fue brindada una prótesis, el proceso de rehabilitación y adaptación, aun dos años después, sigue siendo duro para él. Sé que aún le duele física y mentalmente, y que aún recuerda ese momento. Aun le duele al final del día, aún despierta en las noches.
Y aunque todo pasa por algo, y ahora está conmigo y tenemos un empleo estable, yo no dejo de pensar en cuanto carga a diario el. Hay días en que lo veo y le agradezco tanto a Dios que solo fue una pierna, porque el mismo me ha contado historias de personas que son asesinadas en el camino por autoridades y delincuentes, las que mueren por el clima o de hambre, y de aquellos que caen en las vías del tren o que en el intento de subirse a este, son atropellados.
Daena.
How many Cristian are there?
This text is for all those immigrants that live with their hearts on their sleeves, their backpacks full of dreams and hopes… a focus on achieving a better future for themselves and their families. I had always heard immigrants’ stories, but a year ago a person who introduced me to the topic came into my life… that person was the love of my life.
I will tell you a little bit about him and his story, but nevertheless you can not talk about one migrant without talking about the others. They are not a plague like some people see them, they do not want to take your job or live off you. At my house, they always used to knock at the door and my mom opened and gave them some of the meal that she was cooking that day. She would also give some fruit and water for the journey and sometimes when she had money, she gave it to them as well. I always thought things are like that… people help people because they need it. We need the same things in order to survive: you and me. But nevertheless, now I realize that many people despise immigrants, and that they deny them opportunities and judge them instead.
That is the reason that now, more than ever, I want to talk about them. My boyfriend is called Cristiane. He is born on November 20th in Comayagua, Honduras.
What I have heard from my boyfriend and seen on the Internet is that Honduras is beautiful. But despite the situation in every country it is difficult and it is true that reaching the United States is like graduating from university. It means that there is a ray of sunshine in the hope for a better future for them and their families. At least my boyfriend did the journey by himself, when he was a teenager, but many families are making the trip together.
His first chance was at the age of 11. I was thinking what I used to do at that age. I remember I was in the fifth grade of elementary school. I used to play basketball and do athletics. I worked as a “cerillo” in a supermarket but nevertheless I had a place to sleep. I had food, sweaters and blankets to protect me from the cold. I had a family. At the same age he was starving, he was thirsty, and he slept on the street. He didn’t know where he would be the next day or if someone would hurt, beat, kidnap or kill him, and he was afraid of being captured by the border patrol which would end his hopes and dreams.
In 2017 the “beast”, the train that ran over him, took away both one of his legs and also his confidence. Things had always been difficult because something had always stopped him, but suddenly everything seemed to be more uncertain and complicated.
It only took a stumble, or a second for him to feel how his life was going to end. I met him a year later where we were working together. I used to see him smiling all day and trying his best, even when things were not easy for him. He used to be tired very quickly and was not able to stand for a very long time. Although he found support and a prosthesis, it was a hard process of rehabilitation and adaptation. I know he feels pain and still remembers that day, and the end of the day it still hurts for him.
Everything happens for a reason and now he is with me and we have a job. I can’t stop thinking about everything that he carried every day. Some days I would see him and I thank God it was only his leg because Cristian has told me how people, on the journey, have been killed by both authorities and criminals, have been left for dead from the climb or starving. From someone who fell onto the train tracks to someone who in his attempt to get on the train was run over by the train.
Daena.
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