Con muchas ilusiones y con el propósito de cumplir mi sueño salí de mi casa sin importar lo que hubiera allá, estaba emocionado y con temor de ir a un lugar desconocido. Mi mente daba muchas vueltas, no estaba preparado pero si estaba muy dispuesto; dejar a mi familia me dolió, dejar el estudio, mis amigos, mi gente y mi Honduras también me dolió. El camino no comenzó fácil, me enfrenté al tren, su ruido aterrorizaba y amenazaba con lo que a muchos después les haría, pero las esperanzas estaban frente a mí y en mi mente siempre estuvo mi mama y las lágrimas que mi familia lloró, las cuales jamás voy a pagar ni con todo el sudor de las largas caminatas que recorrí.
El frio se convirtió como el sol de mediodía, quemaba, pero no me podía detener, tenía ganas de rendirme pero también unas ganas de superarme; hubo una frase que alguien mencionó durante el trayecto la cual me hizo reflexionar: “ mi reflejo me dijo que faltaba más por soñar”, fue entonces que ni mi ropa sucia, ni mi cara pálida harían que mi sonrisa se entristeciera, pedí comida y agua y no me dio pena , debajo de un puente me dormí y llore cuando no sabía por dónde ir; El viaje , la bestia, el sol, el frio, el sueño , el cansancio, todo eso se fue cuando hice una amiga , su luz y su esperanza me dejaron sin palabras. Ella llegó con un mapa de honduras y me pidió pintarlo, los colores y crayolas que me dio definían su carisma, las palabras que me decía me animaban a seguir adelante, después de eso todo se me hizo más fácil; también dibuje una mano y la pinte con los colores de mi bandera y cuando me despedí de ella salí con todas las ganas de continuar. Mi viaje no había sido el mejor pero ella le dio otro giro, la bestia ya se había hecho mansita, los oscuros túneles ya no me asustaba y ya no faltaba mucho para llegar.
En la frontera dormí en un cementerio, ya no había más camino que recorrer, fue duro y deprimente llegar a un lugar donde ya no hay más que hacer, no perdí la fe así que me arme de valor y fui a la linea fronteriza. Al fin estaba allí, ella toda roja como si estuviera apenada de verme y era alta, tan alta como mis esperanzas, la valla fronteriza estaba frente a mí; Ya casi lo lograba pero llego el momento donde más miedo sentí, mire al guardia de migración y el con su voz humillante me grito “que haces aquí, de donde eres” yo con orgullo de mi logro le dije “soy de honduras, soy menor de edad y solicito asilo”, el oficial me ordenó no moverme; las demás personas me miraban extrañados, me sentía muy nervioso y di un paso hacia adelante, entonces el oficial me gritó “que no te muevas”y sentí como el rugido de esa bestia me golpeaba; luego me formaron en otra línea y comenzaron a hacerme preguntas. Después fui encerrado en las hieleras, y al pasar los días me trasladaron a un albergue para menores de edad, allí pasaron cosas buenas y malas, ya había llegado a mi destino pero me lo habían contado diferente. El otro lado se convirtió en otra lucha, los gringos a veces quieren intimidarme pero no vine de tan lejos para echarme para atrás, día a día me levanto y doy gracias a dios porque ha sido bueno conmigo, no fue tan fácil ser hombre desde niño pero valió la pena el sacrificio.
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With a lot of hope and motivation to achieve my dream I left my home. It didn’t matter what would be there. I was excited but also worried about going to an unknown place. My mind went around a lot. I wasn’t prepared but I was really disposed. Leaving my family hurt me. Leaving my studies, my friends, my people and Honduras hurt me too. The path didn’t start easy. First I faced the train. Its noise terrified and threatened many with what it would do to them after but there was hope in front of me. I always thought about my mom and the tears that my family cried, which is something I won´t be able to repay , nor with all the sweat i spilled on the long walks i traveled.
The cold turned into the midday sun. It burned me but I wasn’t able to stop. I wanted to give up but at the same time I also had a big feel of improve myself. But I remembered the phrase that somebody told on the journey: “my instinct told me that there was more to the American dream than I first thought”. So neither my dirty clothes nor my pale face would made sadden my smile. I asked for food and water but it didn’t make me feel sorry for myself. I slept under a bridge and cried when I didn’t know where to go. In spite of the travel, the beast, the sun, the cold, the fatigue, it all went away when I made a friend. Her light left me speechless. She came to me with a map of Honduras and asked me to paint it. The colors and crayons she gave me demonstrated her charisma. The words she told me encouraged me to continue. After that, everything was easier. I draw my hand too and painted it with the colors of my country’s flag and when I had to say goodbye to my friend I left with all my energy. My travel had not been the best but she changed all that. The beast turned meek and the darkest tunnels didn´t scare me any more as I knew that it wouldn’t take long to arrive now.
On the border I slept in a cemetery, there was no more journey to travel. It was hard and depressing to arrive in a place where there is nothing left to do. I didn’t lose the faith and took all my courage to go the border. Finally I was there. She was a reddish color as if she was grieved to see me and stood tall like my hopes of finishing the journey, but the border fence stood in front of me. I was closer to achieving it but the scariest moment arrived. I saw the immigration officer with his humiliating tone of voice yelling to me “What are you doing here? Where are you from?” and I answered with pride. “I’m from Honduras, I am an unaccompanied minor and I am an asylum seeker”. He ordered me not to move. I was feeling nervous, the other people were watching me in a bad way. I took a step towards him, causing the officer to scream. “I said don’t move you”. I could feel how his roar hit me. He then moved me to another line and asked me about my travels. After that I was locked in the “coolers” and then transferred to a shelter for unaccompanied minors only days after. Both good and bad things happened in that place. I had already arrived at my destination but they had told me something different. “The other side” turned into a new battle. People always wanted to intimidate you and I came very close to giving up. Day to day I woke up and said thanks to God because he had been kind to me. It wasn’t easy being a child but acting like a man, but it was worth the sacrifice.
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